lunes, 16 de julio de 2018

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ASOCIADOS AL ALHOLISMO

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ASOCIADOS AL ALCOHOLISMO

Por Victor Raúl Ávila Quispe
Alumno de Psicología
Universidad César Vallejo - ATE

¿Asociando los problemas al consumo de alcohol?


1.         ANTECEDENTES
1.1.   ALCOHOL
Los cereales fermentados, el jugo de frutas y la miel, se han utilizado durante miles de años para fabricar alcohol, sea este alcohol etílico o etanol.
Las bebidas fermentadas existen desde los albores de la civilización egipcia, y existe evidencia de una bebida alcohólica primitiva en China alrededor del 7000  antes de cristo. En la India, una bebida alcohólica llamada sura, destilada de arroz, fue utilizada entre los años 3000 y 2000 antes de Cristo.
Los babilónicos adoraban a una diosa del vino tan antigua que data aproximadamente del año 2700 antes de cristo. En Grecia, una de las primeras bebidas alcohólicas que gano popularidad fue el aguamiel, una bebida fermentada hecha de miel y agua. La literatura griega está llena de advertencias contra los excesos de la bebida.
Diferentes civilizaciones nativas americanas, desarrollaron bebidas alcohólicas durante la época precolombina. Una variedad de bebidas fermentadas de la región de los Andes, en Sudamérica, se hacían  a base de maíz, uvas o manzanas y se dio el nombre de “chicha”.
En el siglo XVI, las bebidas alcohólicas, también conocidas como “espíritus”, se utilizaban ampliamente con propósitos curativos. A principios del siglo XVIII, el parlamento inglés aprobó una ley que fomentaba el uso de cereales para la destilación de “espíritus”. Estas bebidas alcohólicas, sumamente baratas, inundaron el mercado y llegaron a su punto más alto a mediados del siglo XVIII. En el Reino Unido, el consumo de ginebra alcanzo        los 68 millones de litros y el alcoholismo se generalizó.
En el siglo XIX trajo un cambio de actitud y una campaña antialcohólica empezó a promover el uso moderado de alcohol, algo que a la larga se convirtió en una prohibición total.
En 1920, en Estados Unidos se aprobó una ley que prohibía la fabricación, venta, importación y exportación de bebidas embriagantes. El consumo ilegal de alcohol se disparó y en 1933, la prohibición del alcohol se canceló.
Hoy en día se estima que 15 millones de norteamericanos se ven afectados por el alcoholismo y un 40% de todas las muertes por accidentes automovilísticos en los Estados Unidos están relacionados con el alcohol.

1.2.   TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Las primeras referencias sobre los estilos de personalidad las podemos encontrar de la mano de Hipócrates en el siglo IV  antes de cristo, que suponía cuatro humores básicos en el cuerpo humano (bilis amarilla, bilis negra, sangre y flema) que a su vez identificaban  a formas distintas de temperamento (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) dependiendo de la predominancia de uno sobre otros.
A finales del siglo VIII, Fran Josef Gall, desde su concepción frenológica intento explicar la correlación existente entre las características de la personalidad y su estructura corporal, en concreto con las variaciones del contorno craneal.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX aparecen dos líneas de trabajo en cuanto a los intentos de clasificación de la personalidad; inicialmente aparece las proposiciones caracteriales con autores como Ribot, Heymans, Wiersma y Lazursky cuyo foco común era la identificación de criterios comunes para la evaluación del carácter, posteriormente aparecen proposiciones temperamentales a las que contribuyen autores como Meuman y Kollarits que coincidieron en destacar las dimensiones placer vs displacer y actividad vs pasividad para identificar los elementos constitutivos del temperamento y determinar la forma en la que se combinan para conformar patrones distintivos.
Hasta el momento las clasificaciones realizadas por los teóricos del carácter y del temperamento estaban enfocadas hacia la comprensión de la personalidad desde tipos y rasgos básicamente no patológicos. A partir de las formulaciones modernas vamos a encontrar enfoques diferentes, dirigidos hacia la comprensión de síntomas y síndromes fundamentalmente patológicos. Así nos encontramos con diferentes enfoques como la psiquiatría descriptiva y el psicoanálisis.
Desde la psiquiatría descriptiva el objetivo principal era la inclusión de personalidades mórbidas dentro de las enfermedades psicopatológicas. El autor más destacado es Kraepelin que describió dos tipos premórbidos, los sujetos con disposiciones ciclotímicas que predisponía a la demencia maniaco – depresiva y el temperamento autista que predisponía a la demencia precoz. También describió a las personalidades mórbidas que tendían a la criminalidad.
Dentro de las formulaciones modernas nos encontramos con el psicoanálisis cuyo precursor y máximo exponente fue Sigmund Freud, si bien las aportaciones de otros autores como W. Reich, K. Abraham, C.G. Jung, A. Adler, K. Horney o E. Fromm fueron fundamentales para su consolidación.
La premisa básica dentro de los teóricos cognitivos es que los individuos reaccionan ante su entorno dependiendo de la percepción singular que tengan de éste, así la manera que tengan de interpretar los acontecimientos es la que determina el comportamiento de las personas, de esta forma los estados patológicos, comportamientos y sentimientos desadaptativos del individuo son producto de las creencias distorsionadas que este tenga respecto de sí mismo y del entorno. Los representantes más sobresalientes de las teorías cognitivas son A.T. Beck, A. Ellis, R. Forgus y B. Schulman.
R. Cattell , y H. Eysenck representan las teorías factorialista, que intentan explicar mediante el estudio de análisis factorial de las relaciones existentes entre un amplio grupo de variables como rasgos, comportamientos y síntomas.
Por último tenemos modelos integradores siendo Theodore Millon, con el modelo evolutivo, el máximo exponente de éstos. Los postulados de los modelos psicobiológicos, cognitivos y evolutivo se expondrán de una manera más profunda en los apartados correspondientes.

2.         MARCO TEORICO
A continuación se desarrollara el grueso del trabajo, que se ha dividido en tres grandes grupos que conforman los trastornos de Personalidad: Grupo A,  Grupo B y Grupo C.
Cada grupo, a su vez,  está formado por diversos trastornos de la personalidad - división que se basa en la semejanza entre trastornos dentro del mismo grupo – que se irán analizando uno a uno viendo las características que lo definen  y, analizando posteriormente, los resultados que se han encontrado en cuanto a su relación con el consumo de excesivo de alcohol o dependencia al alcohol.
Por último se desarrollarán unas conclusiones generales que englobarán los principales resultados extraídos del análisis del presente informe, además de intentar plantear recomendaciones  que serán de gran utilidad para desarrollar futuras investigaciones.
A lo largo de los años, se ha intensificado el debate acerca de si las personas que consumen alcohol tienen determinadas características de personalidad que nos puedan llevar a predecir e incluso evitar el consumo de las mismas, por ello los estudios en este campo se han ido incrementado. El problema es que, hasta la fecha, lo único que podemos afirmar es que existe una gran dificultad para establecer predicciones sobre el consumo de sustancias alcohólicas basadas en características individuales de la personalidad.
Antes de empezar a profundizar directamente en el tema de la investigación, es importante empezar explicando a qué nos referimos cuando hablamos de personalidad, trastorno de personalidad y alcoholismo.
En primer lugar cuando hablamos de personalidad nos estamos refiriendo a un patrón de pensamientos, sentimiento y conductas que son únicas y singulares en un sujeto, es decir, a aquellas características que persisten a los largo del tiempo y a través de las situaciones que nos hacen distinguirnos de los demás y que nos llevan a relacionarnos con el entorno. No se trata de algo individual, sino de un todo integrado con componentes biológicos y sociales, innatos y aprendidos. (García, 2007, p. 53)
El problema surge cuando este patrón de funcionamiento se torna fijo, inflexible, persistente y desadaptativos, provoca en la persona malestar clínicamente significativo, y/o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo, en este caso pasaríamos a hablar de una Trastorno de la Personalidad.
De acuerdo con el DSM-IV-TR, los trastornos de la personalidad son patrones de percepción, de relación, y de pensamiento estables acerca del medio y de uno mismo que se manifiestan en una amplia gama de importantes contextos sociales y personales, y que son inflexibles y desadaptativos, y ocasionan ya sea un deterioro funcional significativo o una angustia subjetiva. (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-IV, 1994, citado en Barlow y Durand, 2001).
Siguiendo a Barlow y Durand (2001) estos patrones son estables y crónicos, no vienen y van, sino que se originan en la infancia, suelen comenzar a despuntar en la adolescencia o principio de la edad adulta, - momento en el que se considera que la personalidad ya está plenamente formada-, y tienen continuidad en la edad adulta, pudiendo en algunos de los casos empeorar o estabilizarse con los años. Además este patrón se manifiesta en dos o más de las áreas siguientes: cognición, afectividad, actividad interpersonal y control de los impulsos.
Es importante resalta que los trastornos de la personalidad no fueron incluidos en un eje aparte del DSM hasta 1980, año en el que la tercera edición del “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales” (DSM-III) incluyó el eje independiente (el eje II) que hacía referencia específica a los Trastornos de la Personalidad. El motivo por el que estos no forman parte del resto de trastornos recogidos en este manual es porque los rasgos característicos son más arraigados e inflexibles en estas personas, y la probabilidad que tienen de que los trastornos se modifiquen con éxito es menor (Barlow y Durand, 2001).
En cuanto a las estadísticas de los trastornos, Barlow y Durand en el año 2001, estimaron que se encontraba entre el 0.5 y el 2.5% de la población general. Lo más infrecuentes eran el Esquizoide, Narcisista y por Evitación, y los más comunes dentro de la población general eran el Paranoide, Esquizotípico, Histriónico, Dependiente y Obsesivo-Compulsivo, estimándose que la tasa se encontraba entre el 1 y el 4% de la población general.
En 1976 la Organización Mundial de la Salud definió el alcoholismo a través del síndrome de dependencia alcohólica: “un estado psíquico y habitualmente también físico de resultado del consumo del alcohol, caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen compulsión para ingerir alcohol de manera continuada o periódica, objeto de experimentar efectos psíquicos o para evitar las molestias producidas por su ausencia”.
El alcoholismo es una enfermedad multifactorial que probablemente se debe a una alteración del funcionamiento de determinados circuitos cerebrales que intervienen en el auto-control de la conducta de ingerir bebidas alcohólicas. Si no se detiene el curso de esta enfermedad aparecerán, de manera progresiva, sus consecuencias médicas, psiquiátricas y adictivas, que van a conducir al paciente a recaídas sucesivas y que a esta enfermedad se convierta en crónica.

CONSECUENCIAS NEUROPSIQUIÁTRICAS
El consumo excesivo del alcohol puede provocar o precipitar los siguientes cuadros (Lishman, 1998):
-                        Trastornos psicóticos: Alucinaciones transitorias, alucinaciones alcohólicas, intoxicación con síntomas psicóticos, celotipia.
-                        Trastornos del Comportamiento: Intoxicación patológica
-                        Trastornos del nivel de Consciencia: Delirium Tremens, Síndrome de Wernicke
-                        Trastornos Cognitivos: Amnesia, deterioro cognitivo, demencia.
-                        Comorbilidad Psiquiátrica: Los estudios epidemiológicos han comprobado que existe una elevada comorbilidad entre el consumo excesivo de alcohol y los demás  Trastornos Psiquiátricos, sobre todo con los Trastornos Afectivos, La Esquizofrenia y los Trastornos de la Personalidad.

2.1.   PATOLOGÍA DUAL

Patología Dual se define como la concurrencia en la misma persona de un trastorno por abuso de substancias y un trastorno mental. La Patología Dual supone una morbilidad asociada entre cualquier droga, sea ésta legal (alcohol, benzodiacepinas) o ilegal (cocaína, cannabis, heroína) y un trastorno mental: trastorno del estado de ánimo, ansioso, psicótico  o de la personalidad.
Uno de los primeros estudios en que se pone en manifiesto la presencia de trastornos de personalidad en los pacientes alcohólicos es el llevado a cabo por Zimmerman y Coryell (1989). Se trata de una investigación sobre la prevalencia de los trastornos de la personalidad en la población general que evalúa una muestra de 797 sujetos mediante la Structured Interview for DSM III Personality Disorder (SIDP) (Zimmerman, 1983). En la población estudiada se encontró que 145 sujetos eran diagnosticados de trastorno por abuso o dependencia del alcohol. Además, dentro de este grupo los resultados mostraron que 63 sujetos (el 43.4% de la muestra) presentaban como mínimo un trastorno de la personalidad. De todos ellos el trastorno antisocial de la personalidad era el más frecuente, con una tasa del 13,8% seguido del pasivo – agresivo, que afectaba al 9,7% de la muestra, y del histriónico, presente en el 7,6% de los alcohólicos.
Si se analizan los datos desde otra perspectiva se observa que, mientras que los trastornos de la personalidad están presentes en el 17,9% de la muestra total, lo están en el 43,4% de los sujetos afectados por alcoholismo. Asimismo, mientras que los trastornos de la personalidad, lo están en 44,1% de aquellos que si lo presentan. De esta forma, se pone en manifiesto el aumento de la probabilidad de un trastorno de la personalidad si se presenta un diagnóstico de abuso o dependencia del alcohol, o viceversa.
Se observa una amplia heterogeneidad de trastornos, que parece descartar la presencia de un perfil homogéneo de personalidad de este tipo de pacientes. Como se refleja en una reciente revisión (Mulder, 2002) no existe una personalidad alcohólica, puesto que no hay ninguna medida de personalidad que suponga una vulnerabilidad específica para desarrollar problemas de alcohol. Sin embargo, las variables de personalidad si pueden explicar una pequeña proporción del riesgo para la dependencia al alcohol. De hecho, parece que la conducta antisocial junto con la hiperactividad en la infancia son patrones conductuales más frecuentes asociados con el alcoholismo. Por último, el auto plantea que el intento de encontrar conexiones entre el alcoholismo y los modelos de personalidad es prematuro debido a las limitaciones de los propios modelos, que no están suficientemente validados.
Así mismo en las diferentes investigaciones sobre trastornos de la personalidad y alcoholismo, estas presentan una alta comorbilidad entre los trastornos de la Personalidad y  el consumo de drogas, oscilando las cifras de prevalencia entre un 40% y un 100%. (Seivewright y Daly 1997; Nadeau et al. 1999; George & Krystal 2000).
En Owen Bowden-Jones et al. (2004) la prevalencia de trastornos de la personalidad dentro del grupo poblacional para el tratamiento de drogas fue de un  37% y de un 53% para el grupo poblacional de tratamiento de alcohol.
Los Trastornos de la Personalidad Evitativo, Dependiente, Antisocial y Límite fueron (por ese orden) los más frecuentes en la población a tratamiento por adicción al alcohol. En otro estudio Mirian Bottelender (2006) relaciona los Trastornos de la Personalidad y pacientes afectados por consumo de alcohol situándose en un 40% de los pacientes afectados por un Trastorno de la Personalidad del Grupo C (Evitativo, Dependiente,  Obsesivo - Compulsivo), seguido del Grupo B (Histriónico, Narcisista, Límite y Antisocial).
Un dato importante a considerar en materia de prevención que fue resultado de una investigación anterior: las personas con Trastornos de la Personalidad eran 5.01 veces más propensos que los que no tienen a sufrir una dependencia del alcohol en el curso de la vida y 12,24 veces más propensos a tener una dependencia de las drogas.
A, Charney (2010) estudio la relación entre adicción al alcohol y Trastorno de la Personalidad, encontrando un predominio (32%) de Trastornos del Grupo B (Histriónico, antisocial, límite) siendo el más frecuente éste último con un 13% con una mayor tasa de prevalencia. El Grupo C (evitativos, dependientes, O-C) le sigue con un 27%.
 En base a la práctica clínica en el diagnóstico y tratamiento de los pacientes afectados por el consumo de substancias en la Clínica de Psicoterapia y Personalidad Persum, coinciden con los estudios mostrados, observando una mayor prevalencia de los Trastornos de la Personalidad Evitativo y Dependientes (Grupo C) para el consumo de alcohol y los Trastornos Histriónicos, narcisista, Limite y Antisocial (Grupo B) para drogas ilegales, principalmente la cocaína.
Trastorno de la Personalidad Dependiente
Las drogas en general ofrecen a la personalidad dependiente la posibilidad de enfrentarse a un mundo que de otra manera se les ofrecería como inhóspito. El uso de drogas (alcohol) les permite apoderarse del valor y la seguridad que no tienen. Así como también utilizan las drogas para superar estados afectivos negativos que no creen poder superar por ellos mismo.
Trastorno de la Personalidad Antisocial
El abuso de sustancias es algo muy habitual entre estas personas. La edad en la que comienzan  a consumir alcohol es muy temprana y su alcoholismo es más grave que el de otras personas con trastornos de la personalidad. Lo más importante para el antisocial es la gratificación inmediata que produce el consumo, sin preocuparse de las consecuencias que se pueden producir posteriormente. Los consumos pueden dar una sensación de poder y de confianza que permiten con mayor facilidad expresar la agresividad sin temores. Si existiese ansiedad o estados depresivos en estas personas, el consumo de sustancias servirá para mitigar dichas sensaciones molestas.
Trastorno de la Personalidad Histriónica
Las drogas en estas personas pueden cumplir varias funciones, por un lado, pueden servir como fuente de estimulación y la excitación de personas con un gran sentimiento de vacío y aburrimiento, o bien para distraerse de sus problemas. Puede ser el caso también del uso del alcohol para adelgazar, ya que para estas personas es muy importante el aspecto físico. Las drogas también pueden cumplir el papel ansiolítico para calmar su malestar y ansiedad.
Trastorno de la Personalidad Narcisista
Los pacientes narcisistas están asociados al uso de alcohol, opiáceos, cocaína, estimulantes y otras sustancias. Por un lado el uso de sustancias como el alivio de sentimientos dolorosos de inferioridad y consecución de sentimientos de poder, grandiosidad y confianza.
Trastorno de la Personalidad Paranoide
Los paranoides abusan de varios tipos de sustancias como el alcohol, opiáceos, cocaína y las anfetaminas. Las automedicación ante los sentimientos de ansiedad es un recurso habitual, así el alcohol puede dar la sensación de tranquilidad ante la hipervigilancia que les caracteriza, pero también puede ocasionarles cierta desinhibición y les predisponga a utilizar la violencia contras las personas que creen les están dañando, observando o criticando. Los individuos no alcohólicos que comenten un asesinato estando bebidos suelen tener personalidades paranoides.
Trastorno de la Personalidad Límite
Pueden utilizar numerosas sustancias como forma de automedicación ante la ansiedad y depresión. El riesgo de consumo es mayor si en su hogar a observado estas conductas de abuso de sustancias y si además del trastorno límite tiene características antisociales.
Como resultado de nuestro informe queremos mencionar que a pesar de las distintitas discrepancias que puedan existir entre los investigadores referentes a este tema, y aunque aún no se ha podido esclarecer con exactitud qué grupo de los Trastornos de la Personalidad presenta mayores índices de comorbilidad con el alcoholismo, nos vemos en la obligación de tomar una postura, la cual será expuesta a continuación:
1.         Grupo A “Raros y Excéntricos”: En base a las investigaciones realizadas hasta el momento, se considera que dentro de este grupo, es el Trastorno de la Personalidad Paranoide quien presenta mayores índices de comorbilidad con el Alcoholismo, sin embargo esta tasa estadística no tiene comparación con la presencia  y prevalencia encontrada en los grupos restantes. Un dato importante y considerar es que, el Trastorno de la Personalidad Paranoide asociado al consumo de alcohol tiene como indicador principal las altas tasas de violencia que este puede ejercer bajo los efectos de las bebidas alcohólicas.
2.         Grupo B “Emocionales e impulsivos”: Este es el grupo que presenta mayor índice general de comorbilidad entre los Trastornos de la Personalidad y el consumo excesivo y dependiente de alcohol, debido a que cuenta con cuatro subcomponentes que son los siguientes, Trastorno de la Personalidad Limité, Trastorno de la Personalidad Antisocial, Trastorno de la Personalidad Narcisista y Trastorno de la Personalidad Histriónico, siendo en este orden los que mayor índice de comorbilidad presentan.
3.         Grupo C “Ansiosos y Temerosos”: Las características propias de los miembros de este grupo hace que el uso de sustancias psicótropas sea frecuente y en mayor grado de dependencia en los grupos anteriores, tenemos al Trastorno de la Personalidad Dependiente y Trastorno de la Personalidad Evitativo como dos grandes indicadores de comorbilidad con el consumo excesivo del alcohol, que a su vez suelen usar como sustancias inhibidoras.
Es necesario continuar con la investigación sobre los trastornos de la personalidad en el ámbito del alcoholismo. La presencia de un trastorno de personalidad complica la evolución clínica de un trastorno mental, y ensombrece el pronóstico terapéutico (Dowson y Grounds, 1995). Por ello, la identificación de los trastornos de la personalidad entre los pacientes alcohólicos es fundamental, ya que permite establecer cuatro aspectos esenciales para la intervención clínica: a) valorar la probabilidad de implicación en el tratamiento y de cumplimiento de las prescripciones terapéuticas; b) modificar las características del tratamiento para adaptarlas de forma individualizada al paciente; c) establecer apropiadamente objetivos terapéuticos; y d) determinar la necesidad de una mayor o menor rigidez en la estructuración del contexto terapéutico.

3.         CONCLUSIONES
En base a la bibliografía revisada por los miembros del grupo, se llega concluir de forma unánime en las siguientes conclusiones:
A)      Aún existe un gran debate, el cual se encuentra abierto y trata de ser preciso sobre los niveles de comorbilidad que se encuentran entre los Trastornos de la Personalidad y el Alcoholismo. Lo que está claro hasta el momento es que dentro de los Trastornos de Personalidad, el grupo que presenta menores índices de patología dual es el Grupo A, el cual tiene como principal representante al Trastorno de la Personalidad Paranoide, quien además, según otras investigaciones de corte forense y criminalística, es quien a pesar de ser el que menos tasa estadística presenta, es quien mayor niveles de violencia presenta, más aún cuando se encuentra bajo los efectos del alcohol.
B)       Como se esperaba desde un inicio de esta investigación, es el Trastorno de la Personalidad Antisocial uno de los principales trastornos que mayor relación presenta con el alto consumo y dependencia al Alcohol, esto debido a la presencia casi imprescindible de esta droga dentro del contexto regular de este tipo de personas.
C)       La importancia que tienen las instituciones que ofrecen atención primaria para la prevención del consumo de sustancias psicótropas, ejercen un gran valor para evitar que posibles personas que presenten algún Trastorno de la Personalidad puedan desarrollar la dependencia al alcohol u otras sustancias, legales o ilegales, lo cual sería perjudicial para el pronóstico del paciente, sobre todo a nivel terapéutico, ya que requeriría de mayor esfuerzo por parte del terapeuta y mayor compromiso por parte del paciente.
D)      La dificultad que existe para efectuar un adecuado diagnostico por parte del personal sanitario depende muchas veces de la voluntad de la familia del paciente por colaborar, aún existen estigmas en donde se consciente el consumo excesivo del alcohol y justifican las consecuencias que este produce sobre la propia vida de la persona involucrada y su familia.
E)       Si bien no existen indicadores que demuestren que una persona generara una dependencia por el alcohol en un futuro, es factible decir que distintas investigaciones indican que si se evidencia la presencia de Trastorno Disocial junto con la hiperactividad en la infancia, esta persona tiene mayores probabilidades de generar dependencia al alcohol en su vida adulta.
F)        El uso de distintos instrumentos empleados por los investigadores para evaluar las mismas psicopatologías en diversos pacientes, en distintos contextos, ha favorecido a las discrepancias existente sobre los trastornos de personalidad más frecuente en pacientes alcohólicos o viceversa.


A)      A nivel terapéutico, recomendamos al personal sanitario efectuar un diagnóstico temprano, sabiendo que  los trastornos diagnosticados en una fase inicial de desarrollo presentan mayores índices de recuperación y reinserción socio-laboral, trabajar de manera interdisciplinaria para efectuar la estrategia terapéutica más acertada para cada paciente, es decir, elaborar un plan terapéutico individualizado, considerando no solo la presencia del Alcoholismo sino también, tener en cuenta el tipo de Trastorno de la Personalidad presente en cada caso.
B)       A futuros investigadores que muestren interés por este tema, consideramos que podría ser interesante realizar estudios más profundos haciendo comparación entre las cifras epidemiológicas  internacionales y una muestra significativa dentro de nuestro contexto nacional, de esta manera se busca obtener cifras reales y adaptadas a nuestra realidad, además de permitir conocer más sobre la salud mental de nuestro País.
C)       En base al estudio bibliográfico realizado en este trabajo se ha encontrado información suficiente que sugiere la implementación de nuevas leyes que permitan regular el uso masivo de las empresas de bebidas alcohólicas sobre los medios publicitarios, así como disminuir los niveles de alcohol permitidos en la sangre para poder conducir libremente, de esta manera se busca regular y disminuir el consumo excesivo que se evidencia en nuestra cotidianeidad.
D)      Cuando se aborde un caso de patología dual entre un Trastorno de la Personalidad y Alcoholismo, es importante trabajar también con la familia, ya que esta jugara un rol importante dentro del proceso terapéutico del paciente, además de servir de soporte emocional en las distintas fases del tratamiento, sin importar la escuela a la cual el terapeuta pertenece, no se debe dejar de lado al apoyo familiar.

5.      REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


A)    Guardia Serecigni, J. and Jiménez Arriero, M. (2008). Alcoholismo. 2nd ed. Barcelona: Socidrogalcohol.
B)    Vásquez Barbosa, S. (2012). TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y CONDUCTA DELICTIVA (1st ed.). Madrid: Instituto Universitario de Investigación sobre Seguridad Interior.
C)    Landa Gonzáles, N. (2016). PSICOPATOLOGÍA, TRASTORNOS DE PERSONALIDAD Y DÉFICIT NEUROPSICOLÓGICOS EN EL ALCOHOLISMO (Doctorado). Universidad Pública de Navarra.
D)    Hernández Pérez, J. (2012). Antecedentes históricos de los trastornos de la personalidad. Retrieved from http://personalidadpatologica.blogspot.com/2012/04/antecedentes-historicos-de-los.html
E)     PATOLOGÍA DUAL: las conductas adictivas y los Trastornos de la Personalidad. - Trastornos de la personalidad. (2018). Retrieved from http://trastornosdelapersonalidad.com/articulos/patologia-dual-las-conductas-adictivas-y-los-trastornos-de-la-personalidad/#.W0RplNVKiM8