TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ASOCIADOS AL ALCOHOLISMO
Por Victor Raúl Ávila Quispe
Alumno de Psicología
Universidad César Vallejo - ATE
Universidad César Vallejo - ATE
¿Asociando los problemas al consumo de alcohol?
1.
ANTECEDENTES
1.1. ALCOHOL
Los cereales fermentados, el jugo de frutas y
la miel, se han utilizado durante miles de años para fabricar alcohol, sea este
alcohol etílico o etanol.
Las bebidas fermentadas existen desde los
albores de la civilización egipcia, y existe evidencia de una bebida alcohólica
primitiva en China alrededor del 7000 antes de cristo. En la India, una bebida
alcohólica llamada sura, destilada de arroz, fue utilizada entre los años 3000
y 2000 antes de Cristo.
Los babilónicos adoraban a una diosa del vino
tan antigua que data aproximadamente del año 2700 antes de cristo. En Grecia,
una de las primeras bebidas alcohólicas que gano popularidad fue el aguamiel,
una bebida fermentada hecha de miel y agua. La literatura griega está llena de
advertencias contra los excesos de la bebida.
Diferentes civilizaciones nativas americanas,
desarrollaron bebidas alcohólicas durante la época precolombina. Una variedad
de bebidas fermentadas de la región de los Andes, en Sudamérica, se hacían a base de maíz, uvas o manzanas y se dio el
nombre de “chicha”.
En el siglo XVI, las bebidas alcohólicas,
también conocidas como “espíritus”, se utilizaban ampliamente con propósitos
curativos. A principios del siglo XVIII, el parlamento inglés aprobó una ley
que fomentaba el uso de cereales para la destilación de “espíritus”. Estas
bebidas alcohólicas, sumamente baratas, inundaron el mercado y llegaron a su
punto más alto a mediados del siglo XVIII. En el Reino Unido, el consumo de
ginebra alcanzo los 68 millones de
litros y el alcoholismo se generalizó.
En el siglo XIX trajo un cambio de actitud y
una campaña antialcohólica empezó a promover el uso moderado de alcohol, algo
que a la larga se convirtió en una prohibición total.
En 1920, en Estados Unidos se aprobó una ley
que prohibía la fabricación, venta, importación y exportación de bebidas embriagantes.
El consumo ilegal de alcohol se disparó y en 1933, la prohibición del alcohol
se canceló.
Hoy en día se estima que 15 millones de
norteamericanos se ven afectados por el alcoholismo y un 40% de todas las
muertes por accidentes automovilísticos en los Estados Unidos están
relacionados con el alcohol.
1.2. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Las primeras referencias sobre los estilos de
personalidad las podemos encontrar de la mano de Hipócrates en el siglo IV antes de cristo, que suponía cuatro humores
básicos en el cuerpo humano (bilis amarilla, bilis negra, sangre y flema) que a
su vez identificaban a formas distintas
de temperamento (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) dependiendo de
la predominancia de uno sobre otros.
A finales del siglo VIII, Fran Josef Gall,
desde su concepción frenológica intento explicar la correlación existente entre
las características de la personalidad y su estructura corporal, en concreto
con las variaciones del contorno craneal.
A finales del siglo XIX y principios del
siglo XX aparecen dos líneas de trabajo en cuanto a los intentos de
clasificación de la personalidad; inicialmente aparece las proposiciones
caracteriales con autores como Ribot, Heymans, Wiersma y Lazursky cuyo foco
común era la identificación de criterios comunes para la evaluación del
carácter, posteriormente aparecen proposiciones temperamentales a las que
contribuyen autores como Meuman y Kollarits que coincidieron en destacar las
dimensiones placer vs displacer y actividad vs pasividad para identificar los
elementos constitutivos del temperamento y determinar la forma en la que se
combinan para conformar patrones distintivos.
Hasta el momento las clasificaciones
realizadas por los teóricos del carácter y del temperamento estaban enfocadas
hacia la comprensión de la personalidad desde tipos y rasgos básicamente no
patológicos. A partir de las formulaciones modernas vamos a encontrar enfoques
diferentes, dirigidos hacia la comprensión de síntomas y síndromes
fundamentalmente patológicos. Así nos encontramos con diferentes enfoques como
la psiquiatría descriptiva y el psicoanálisis.
Desde la psiquiatría descriptiva el objetivo
principal era la inclusión de personalidades mórbidas dentro de las
enfermedades psicopatológicas. El autor más destacado es Kraepelin que
describió dos tipos premórbidos, los sujetos con disposiciones ciclotímicas que
predisponía a la demencia maniaco – depresiva y el temperamento autista que
predisponía a la demencia precoz. También describió a las personalidades
mórbidas que tendían a la criminalidad.
Dentro de las formulaciones modernas nos
encontramos con el psicoanálisis cuyo precursor y máximo exponente fue Sigmund
Freud, si bien las aportaciones de otros autores como W. Reich, K. Abraham,
C.G. Jung, A. Adler, K. Horney o E. Fromm fueron fundamentales para su
consolidación.
La premisa básica dentro de los teóricos
cognitivos es que los individuos reaccionan ante su entorno dependiendo de la
percepción singular que tengan de éste, así la manera que tengan de interpretar
los acontecimientos es la que determina el comportamiento de las personas, de
esta forma los estados patológicos, comportamientos y sentimientos
desadaptativos del individuo son producto de las creencias distorsionadas que
este tenga respecto de sí mismo y del entorno. Los representantes más
sobresalientes de las teorías cognitivas son A.T. Beck, A. Ellis, R. Forgus y
B. Schulman.
R. Cattell , y H. Eysenck representan las
teorías factorialista, que intentan explicar mediante el estudio de análisis
factorial de las relaciones existentes entre un amplio grupo de variables como
rasgos, comportamientos y síntomas.
Por último tenemos modelos integradores siendo
Theodore Millon, con el modelo evolutivo, el máximo exponente de éstos. Los
postulados de los modelos psicobiológicos, cognitivos y evolutivo se expondrán
de una manera más profunda en los apartados correspondientes.
2.
MARCO TEORICO
A continuación se desarrollara el grueso del
trabajo, que se ha dividido en tres grandes grupos que conforman los trastornos
de Personalidad: Grupo A, Grupo B y
Grupo C.
Cada grupo, a su vez, está formado por diversos trastornos de la
personalidad - división que se basa en la semejanza entre trastornos dentro del
mismo grupo – que se irán analizando uno a uno viendo las características que
lo definen y, analizando posteriormente,
los resultados que se han encontrado en cuanto a su relación con el consumo de
excesivo de alcohol o dependencia al alcohol.
Por último se desarrollarán unas conclusiones
generales que englobarán los principales resultados extraídos del análisis del
presente informe, además de intentar plantear recomendaciones que serán de gran utilidad para desarrollar
futuras investigaciones.
A lo largo de los años, se ha intensificado
el debate acerca de si las personas que consumen alcohol tienen determinadas características
de personalidad que nos puedan llevar a predecir e incluso evitar el consumo de
las mismas, por ello los estudios en este campo se han ido incrementado. El
problema es que, hasta la fecha, lo único que podemos afirmar es que existe una
gran dificultad para establecer predicciones sobre el consumo de sustancias
alcohólicas basadas en características individuales de la personalidad.
Antes de empezar a profundizar directamente
en el tema de la investigación, es importante empezar explicando a qué nos
referimos cuando hablamos de personalidad, trastorno de personalidad y
alcoholismo.
En primer lugar cuando hablamos de
personalidad nos estamos refiriendo a un patrón de pensamientos, sentimiento y
conductas que son únicas y singulares en un sujeto, es decir, a aquellas
características que persisten a los largo del tiempo y a través de las
situaciones que nos hacen distinguirnos de los demás y que nos llevan a
relacionarnos con el entorno. No se trata de algo individual, sino de un todo
integrado con componentes biológicos y sociales, innatos y aprendidos. (García,
2007, p. 53)
El problema surge cuando este patrón de
funcionamiento se torna fijo, inflexible, persistente y desadaptativos, provoca
en la persona malestar clínicamente significativo, y/o deterioro social,
laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo, en este
caso pasaríamos a hablar de una Trastorno de la Personalidad.
De acuerdo con el DSM-IV-TR, los trastornos
de la personalidad son patrones de percepción, de relación, y de pensamiento
estables acerca del medio y de uno mismo que se manifiestan en una amplia gama
de importantes contextos sociales y personales, y que son inflexibles y
desadaptativos, y ocasionan ya sea un deterioro funcional significativo o una
angustia subjetiva. (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales, DSM-IV, 1994, citado en Barlow y Durand, 2001).
Siguiendo a Barlow y Durand (2001) estos
patrones son estables y crónicos, no vienen y van, sino que se originan en la
infancia, suelen comenzar a despuntar en la adolescencia o principio de la edad
adulta, - momento en el que se considera que la personalidad ya está plenamente
formada-, y tienen continuidad en la edad adulta, pudiendo en algunos de los
casos empeorar o estabilizarse con los años. Además este patrón se manifiesta
en dos o más de las áreas siguientes: cognición, afectividad, actividad
interpersonal y control de los impulsos.
Es importante resalta que los trastornos de
la personalidad no fueron incluidos en un eje aparte del DSM hasta 1980, año en
el que la tercera edición del “Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales” (DSM-III) incluyó el eje independiente (el eje II) que
hacía referencia específica a los Trastornos de la Personalidad. El motivo por
el que estos no forman parte del resto de trastornos recogidos en este manual
es porque los rasgos característicos son más arraigados e inflexibles en estas
personas, y la probabilidad que tienen de que los trastornos se modifiquen con
éxito es menor (Barlow y Durand, 2001).
En cuanto a las estadísticas de los
trastornos, Barlow y Durand en el año 2001, estimaron que se encontraba entre
el 0.5 y el 2.5% de la población general. Lo más infrecuentes eran el
Esquizoide, Narcisista y por Evitación, y los más comunes dentro de la
población general eran el Paranoide, Esquizotípico, Histriónico, Dependiente y
Obsesivo-Compulsivo, estimándose que la tasa se encontraba entre el 1 y el 4%
de la población general.
En 1976 la Organización Mundial de la Salud
definió el alcoholismo a través del síndrome de dependencia alcohólica: “un estado
psíquico y habitualmente también físico de resultado del consumo del alcohol,
caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen
compulsión para ingerir alcohol de manera continuada o periódica, objeto de
experimentar efectos psíquicos o para evitar las molestias producidas por su
ausencia”.
El alcoholismo es una enfermedad
multifactorial que probablemente se debe a una alteración del funcionamiento de
determinados circuitos cerebrales que intervienen en el auto-control de la conducta
de ingerir bebidas alcohólicas. Si no se detiene el curso de esta enfermedad
aparecerán, de manera progresiva, sus consecuencias médicas, psiquiátricas y
adictivas, que van a conducir al paciente a recaídas sucesivas y que a esta
enfermedad se convierta en crónica.
CONSECUENCIAS NEUROPSIQUIÁTRICAS
El consumo excesivo del alcohol puede
provocar o precipitar los siguientes cuadros (Lishman, 1998):
-
Trastornos psicóticos: Alucinaciones transitorias, alucinaciones
alcohólicas, intoxicación con síntomas psicóticos, celotipia.
-
Trastornos del Comportamiento: Intoxicación patológica
-
Trastornos del nivel de Consciencia: Delirium Tremens, Síndrome de Wernicke
-
Trastornos Cognitivos: Amnesia, deterioro cognitivo, demencia.
-
Comorbilidad Psiquiátrica: Los estudios epidemiológicos han comprobado
que existe una elevada comorbilidad entre el consumo excesivo de alcohol y los
demás Trastornos Psiquiátricos, sobre
todo con los Trastornos Afectivos, La Esquizofrenia y los Trastornos de la
Personalidad.
2.1. PATOLOGÍA DUAL
Patología Dual se define como la concurrencia
en la misma persona de un trastorno por abuso de substancias y un trastorno
mental. La Patología Dual supone una morbilidad asociada entre cualquier droga,
sea ésta legal (alcohol, benzodiacepinas) o ilegal (cocaína, cannabis, heroína)
y un trastorno mental: trastorno del estado de ánimo, ansioso, psicótico o de la personalidad.
Uno de los primeros estudios en que se pone
en manifiesto la presencia de trastornos de personalidad en los pacientes
alcohólicos es el llevado a cabo por Zimmerman y Coryell (1989). Se trata de
una investigación sobre la prevalencia de los trastornos de la personalidad en
la población general que evalúa una muestra de 797 sujetos mediante la
Structured Interview for DSM III Personality Disorder (SIDP) (Zimmerman, 1983).
En la población estudiada se encontró que 145 sujetos eran diagnosticados de
trastorno por abuso o dependencia del alcohol. Además, dentro de este grupo los
resultados mostraron que 63 sujetos (el 43.4% de la muestra) presentaban como
mínimo un trastorno de la personalidad. De todos ellos el trastorno antisocial
de la personalidad era el más frecuente, con una tasa del 13,8% seguido del
pasivo – agresivo, que afectaba al 9,7% de la muestra, y del histriónico,
presente en el 7,6% de los alcohólicos.
Si se analizan los datos desde otra
perspectiva se observa que, mientras que los trastornos de la personalidad
están presentes en el 17,9% de la muestra total, lo están en el 43,4% de los
sujetos afectados por alcoholismo. Asimismo, mientras que los trastornos de la
personalidad, lo están en 44,1% de aquellos que si lo presentan. De esta forma,
se pone en manifiesto el aumento de la probabilidad de un trastorno de la
personalidad si se presenta un diagnóstico de abuso o dependencia del alcohol,
o viceversa.
Se observa una amplia heterogeneidad de
trastornos, que parece descartar la presencia de un perfil homogéneo de
personalidad de este tipo de pacientes. Como se refleja en una reciente
revisión (Mulder, 2002) no existe una personalidad alcohólica, puesto que no
hay ninguna medida de personalidad que suponga una vulnerabilidad específica
para desarrollar problemas de alcohol. Sin embargo, las variables de
personalidad si pueden explicar una pequeña proporción del riesgo para la dependencia
al alcohol. De hecho, parece que la conducta antisocial junto con la
hiperactividad en la infancia son patrones conductuales más frecuentes
asociados con el alcoholismo. Por último, el auto plantea que el intento de
encontrar conexiones entre el alcoholismo y los modelos de personalidad es
prematuro debido a las limitaciones de los propios modelos, que no están
suficientemente validados.
Así mismo en las diferentes investigaciones
sobre trastornos de la personalidad y alcoholismo, estas presentan una alta
comorbilidad entre los trastornos de la Personalidad y el consumo de drogas, oscilando las cifras de
prevalencia entre un 40% y un 100%. (Seivewright
y Daly 1997; Nadeau et al. 1999; George & Krystal 2000).
En Owen Bowden-Jones et al.
(2004) la prevalencia de trastornos de la personalidad dentro del grupo
poblacional para el tratamiento de drogas fue de un 37% y de un 53% para el grupo poblacional de
tratamiento de alcohol.
Los Trastornos de la
Personalidad Evitativo, Dependiente, Antisocial y Límite fueron (por ese orden)
los más frecuentes en la población a tratamiento por adicción al alcohol. En
otro estudio Mirian Bottelender (2006) relaciona los Trastornos de la
Personalidad y pacientes afectados por consumo de alcohol situándose en un 40%
de los pacientes afectados por un Trastorno de la Personalidad del Grupo C (Evitativo,
Dependiente, Obsesivo - Compulsivo),
seguido del Grupo B (Histriónico, Narcisista, Límite y Antisocial).
Un dato importante a
considerar en materia de prevención que fue resultado de una investigación
anterior: las personas con Trastornos de la Personalidad eran 5.01 veces más
propensos que los que no tienen a sufrir una dependencia del alcohol en el
curso de la vida y 12,24 veces más propensos a tener una dependencia de las
drogas.
A, Charney (2010) estudio la
relación entre adicción al alcohol y Trastorno de la
Personalidad, encontrando un predominio (32%) de Trastornos del Grupo B
(Histriónico, antisocial, límite) siendo el más frecuente éste último
con un 13% con una mayor tasa de prevalencia. El Grupo C (evitativos,
dependientes, O-C) le sigue con un 27%.
En
base a la práctica clínica en el diagnóstico y tratamiento de los pacientes
afectados por el consumo de substancias en la Clínica de Psicoterapia y
Personalidad Persum, coinciden con los estudios mostrados, observando una mayor
prevalencia de los Trastornos de la Personalidad Evitativo y Dependientes
(Grupo C) para el consumo de alcohol y los Trastornos Histriónicos, narcisista,
Limite y Antisocial (Grupo B) para drogas ilegales, principalmente la cocaína.
Trastorno de la Personalidad Dependiente
Las drogas en general ofrecen a la
personalidad dependiente la posibilidad de enfrentarse a un mundo que de otra
manera se les ofrecería como inhóspito. El uso de drogas (alcohol) les permite
apoderarse del valor y la seguridad que no tienen. Así como también utilizan
las drogas para superar estados afectivos negativos que no creen poder superar
por ellos mismo.
Trastorno de la Personalidad Antisocial
El abuso de sustancias es algo muy habitual
entre estas personas. La edad en la que comienzan a consumir alcohol es muy temprana y su
alcoholismo es más grave que el de otras personas con trastornos de la
personalidad. Lo más importante para el antisocial es la gratificación
inmediata que produce el consumo, sin preocuparse de las consecuencias que se
pueden producir posteriormente. Los consumos pueden dar una sensación de poder
y de confianza que permiten con mayor facilidad expresar la agresividad sin
temores. Si existiese ansiedad o estados depresivos en estas personas, el
consumo de sustancias servirá para mitigar dichas sensaciones molestas.
Trastorno de la Personalidad Histriónica
Las drogas en estas personas pueden cumplir
varias funciones, por un lado, pueden servir como fuente de estimulación y la
excitación de personas con un gran sentimiento de vacío y aburrimiento, o bien
para distraerse de sus problemas. Puede ser el caso también del uso del alcohol
para adelgazar, ya que para estas personas es muy importante el aspecto físico.
Las drogas también pueden cumplir el papel ansiolítico para calmar su malestar y
ansiedad.
Trastorno de la Personalidad Narcisista
Los pacientes narcisistas están asociados al
uso de alcohol, opiáceos, cocaína, estimulantes y otras sustancias. Por un lado
el uso de sustancias como el alivio de sentimientos dolorosos de inferioridad y
consecución de sentimientos de poder, grandiosidad y confianza.
Trastorno de la Personalidad Paranoide
Los paranoides abusan de varios tipos de
sustancias como el alcohol, opiáceos, cocaína y las anfetaminas. Las
automedicación ante los sentimientos de ansiedad es un recurso habitual, así el
alcohol puede dar la sensación de tranquilidad ante la hipervigilancia que les
caracteriza, pero también puede ocasionarles cierta desinhibición y les
predisponga a utilizar la violencia contras las personas que creen les están
dañando, observando o criticando. Los individuos no alcohólicos que comenten un
asesinato estando bebidos suelen tener personalidades paranoides.
Trastorno de la Personalidad Límite
Pueden utilizar numerosas sustancias como
forma de automedicación ante la ansiedad y depresión. El riesgo de consumo es
mayor si en su hogar a observado estas conductas de abuso de sustancias y si
además del trastorno límite tiene características antisociales.
Como resultado de nuestro informe queremos
mencionar que a pesar de las distintitas discrepancias que puedan existir entre
los investigadores referentes a este tema, y aunque aún no se ha podido
esclarecer con exactitud qué grupo de los Trastornos de la Personalidad
presenta mayores índices de comorbilidad con el alcoholismo, nos vemos en la
obligación de tomar una postura, la cual será expuesta a continuación:
1.
Grupo A “Raros y Excéntricos”: En base a las investigaciones realizadas
hasta el momento, se considera que dentro de este grupo, es el Trastorno de la
Personalidad Paranoide quien presenta mayores índices de comorbilidad con el
Alcoholismo, sin embargo esta tasa estadística no tiene comparación con la
presencia y prevalencia encontrada en
los grupos restantes. Un dato importante y considerar es que, el Trastorno de
la Personalidad Paranoide asociado al consumo de alcohol tiene como indicador
principal las altas tasas de violencia que este puede ejercer bajo los efectos
de las bebidas alcohólicas.
2.
Grupo B “Emocionales e impulsivos”: Este es el grupo que presenta mayor índice
general de comorbilidad entre los Trastornos de la Personalidad y el consumo
excesivo y dependiente de alcohol, debido a que cuenta con cuatro
subcomponentes que son los siguientes, Trastorno de la Personalidad Limité,
Trastorno de la Personalidad Antisocial, Trastorno de la Personalidad
Narcisista y Trastorno de la Personalidad Histriónico, siendo en este orden los
que mayor índice de comorbilidad presentan.
3.
Grupo C “Ansiosos y Temerosos”: Las características propias de los miembros
de este grupo hace que el uso de sustancias psicótropas sea frecuente y en
mayor grado de dependencia en los grupos anteriores, tenemos al Trastorno de la
Personalidad Dependiente y Trastorno de la Personalidad Evitativo como dos
grandes indicadores de comorbilidad con el consumo excesivo del alcohol, que a
su vez suelen usar como sustancias inhibidoras.
Es necesario continuar con la investigación
sobre los trastornos de la personalidad en el ámbito del alcoholismo. La
presencia de un trastorno de personalidad complica la evolución clínica de un
trastorno mental, y ensombrece el pronóstico terapéutico (Dowson y Grounds,
1995). Por ello, la identificación de los trastornos de la personalidad entre
los pacientes alcohólicos es fundamental, ya que permite establecer cuatro
aspectos esenciales para la intervención clínica: a) valorar la probabilidad de
implicación en el tratamiento y de cumplimiento de las prescripciones
terapéuticas; b) modificar las características del tratamiento para adaptarlas
de forma individualizada al paciente; c) establecer apropiadamente objetivos
terapéuticos; y d) determinar la necesidad de una mayor o menor rigidez en la
estructuración del contexto terapéutico.
3.
CONCLUSIONES
En base a la bibliografía revisada por los
miembros del grupo, se llega concluir de forma unánime en las siguientes
conclusiones:
A) Aún existe un gran debate, el cual se
encuentra abierto y trata de ser preciso sobre los niveles de comorbilidad que
se encuentran entre los Trastornos de la Personalidad y el Alcoholismo. Lo que
está claro hasta el momento es que dentro de los Trastornos de Personalidad, el
grupo que presenta menores índices de patología dual es el Grupo A, el cual
tiene como principal representante al Trastorno de la Personalidad Paranoide,
quien además, según otras investigaciones de corte forense y criminalística, es
quien a pesar de ser el que menos tasa estadística presenta, es quien mayor
niveles de violencia presenta, más aún cuando se encuentra bajo los efectos del
alcohol.
B) Como se esperaba desde un inicio de esta
investigación, es el Trastorno de la Personalidad Antisocial uno de los
principales trastornos que mayor relación presenta con el alto consumo y
dependencia al Alcohol, esto debido a la presencia casi imprescindible de esta
droga dentro del contexto regular de este tipo de personas.
C) La importancia que tienen las instituciones
que ofrecen atención primaria para la prevención del consumo de sustancias
psicótropas, ejercen un gran valor para evitar que posibles personas que
presenten algún Trastorno de la Personalidad puedan desarrollar la dependencia
al alcohol u otras sustancias, legales o ilegales, lo cual sería perjudicial
para el pronóstico del paciente, sobre todo a nivel terapéutico, ya que requeriría
de mayor esfuerzo por parte del terapeuta y mayor compromiso por parte del
paciente.
D) La dificultad que existe para efectuar un
adecuado diagnostico por parte del personal sanitario depende muchas veces de
la voluntad de la familia del paciente por colaborar, aún existen estigmas en
donde se consciente el consumo excesivo del alcohol y justifican las
consecuencias que este produce sobre la propia vida de la persona involucrada y
su familia.
E) Si bien no existen indicadores que demuestren
que una persona generara una dependencia por el alcohol en un futuro, es
factible decir que distintas investigaciones indican que si se evidencia la
presencia de Trastorno Disocial junto con la hiperactividad en la infancia,
esta persona tiene mayores probabilidades de generar dependencia al alcohol en
su vida adulta.
F)
El uso de distintos instrumentos empleados por los investigadores para
evaluar las mismas psicopatologías en diversos pacientes, en distintos
contextos, ha favorecido a las discrepancias existente sobre los trastornos de
personalidad más frecuente en pacientes alcohólicos o viceversa.
A) A nivel terapéutico, recomendamos al personal
sanitario efectuar un diagnóstico temprano, sabiendo que los trastornos diagnosticados en una fase
inicial de desarrollo presentan mayores índices de recuperación y reinserción
socio-laboral, trabajar de manera interdisciplinaria para efectuar la
estrategia terapéutica más acertada para cada paciente, es decir, elaborar un
plan terapéutico individualizado, considerando no solo la presencia del
Alcoholismo sino también, tener en cuenta el tipo de Trastorno de la
Personalidad presente en cada caso.
B) A futuros investigadores que muestren interés
por este tema, consideramos que podría ser interesante realizar estudios más
profundos haciendo comparación entre las cifras epidemiológicas internacionales y una muestra significativa
dentro de nuestro contexto nacional, de esta manera se busca obtener cifras
reales y adaptadas a nuestra realidad, además de permitir conocer más sobre la
salud mental de nuestro País.
C) En base al estudio bibliográfico realizado en
este trabajo se ha encontrado información suficiente que sugiere la
implementación de nuevas leyes que permitan regular el uso masivo de las
empresas de bebidas alcohólicas sobre los medios publicitarios, así como
disminuir los niveles de alcohol permitidos en la sangre para poder conducir
libremente, de esta manera se busca regular y disminuir el consumo excesivo que
se evidencia en nuestra cotidianeidad.
D) Cuando se aborde un caso de patología dual
entre un Trastorno de la Personalidad y Alcoholismo, es importante trabajar
también con la familia, ya que esta jugara un rol importante dentro del proceso
terapéutico del paciente, además de servir de soporte emocional en las distintas
fases del tratamiento, sin importar la escuela a la cual el terapeuta
pertenece, no se debe dejar de lado al apoyo familiar.
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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